miércoles, 18 de febrero de 2009

PAUL SWEEZY, "TEORÍA DEL DESARROLLO CAPITALISTA"; CAPÍTULO 8, LA NATURALEZA DE LAS CRISIS CAPITALISTAS

En el manifiesto, Marx habla de las crisis comerciales, que por su repetición periódica ponen a prueba la vida de toda la sociedad burguesa.
Las crisis son fenómenos complicados. Marx expresó: “la crisis real puede explicarse sólo por el movimiento real de la producción capitalista, de la competencia y del crédito. La crisis como fenómeno concreto complejo no podía ser plenamente analizada en los niveles de abstracción a que El Capital se reduce.
1. La producción simple de mercancías y la crisis
En tanto que la forma de transacción de trueques es M-M, en la producción de mercancías desarrolladas, la forma de cambio se convierte en M-D-M. Así, la función y el propósito del dinero es dividir el acto del cambio en dos partes que, por la naturaleza misma del caso, pueden estar separadas en el tiempo y en el espacio.
Lo que tal vez no sea generalmente admitido es el hecho de que la organización de la producción por medio del cambio privado, en la forma ya dicha, lleva consigo la posibilidad de una crisis de índole tal que sería inconcebible en una economía más simple, en la que el trabajo estuviera organizado y los productos fuesen compartidos bajo la dirección de una sola autoridad. Mientras que en formas anteriores de la sociedad el desastre económico era sinónimo de escasez insólita, encontramos aquí por primera vez esa forma peculiarmente civilizada de la crisis económica, la crisis de sobreproducción. Sería absurdo decir que la causa de la crisis es la sobreproducción; por el contrario, es obvio que la sobreproducción es el resultado de la crisis. La causa ha de buscarse en las circunstancias que indujeron al productor A a interrumpir el proceso de cambio de sus propios productos. Si logramos por qué A vendió y no pudo comprar, habremos descubierto la causa de la crisis, al menos en sentido aproximado.
Seguramente, algún acontecimiento catastrófico puede interrumpir la circulación en las condiciones de producción simple de mercancías, pero la crisis económica resultante sería probablemente una crisis de déficit agudo. El atesoramiento es una explicación concebible de una crisis de la índole descrita. Dicho atesoramiento, tiene lugar usualmente de modo gradual y en un largo periodo de tiempo. Pero es difícil advertir como podría el atesoramiento provocar una crisis de carácter violento y súbito a que estamos acostumbrados en el mundo moderno. Perece seguro que, excluidos lo factores externos, las crisis son improbables bajo la producción simple de mercancías.
2. La ley de Say
Dicha ley sostiene que a una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad. Aceptando esta ley los economistas clásicos cerraron el camino a una teoría de la crisis; como resultado, sus contribuciones a la materia fueron fragmentarias y de escaso valor permanente.
Nadie advirtió esto más claramente que Marx. Quería eliminar toda duda sobre la naturaleza de la posibilidad formal de las crisis y la sobreproducción en las sociedades productoras de mercancías, y abrir el camino a un análisis de las causas de la crisis.
Ricardo negaba la posibilidad de la sobreproducción de la siguiente manera: “un hombre no produce sino con el propósito de consumir o vender y nunca vende sino con la intención de comprar alguna otra mercancía que pueda serle útil”.
Marx ridiculiza este pensamiento de esta forma; en realidad no está uno obligado a comprar sólo porque haya vendido. La venta y la compra están separadas en el tiempo y en el espacio. El dinero es el medio por el cual el cambio se divide en dos transacciones separadas y distintas, la venta y la compra. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y la sobreproducción.
3. El capitalismo y las crisis
La forma de circulación M-D-M, característica de la producción simple, se convierte bajo el capitalismo en D-M-D. En el primer caso, y desde el punto de vista del valor de uso la primera M sólo posee un pequeño valor de uso, en tanto que la segunda M tiene un valor de uso mayo. El segundo caso en del todo diferente. El capitalista inicia su carrera con dinero (D) lanzándolo a la circulación, a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción (C). Después de cumplido el proceso de producción, reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero (D). Tanto la primera D como la segunda representan valor de cambio, pero ningún valor de uso. El capitalismo es peculiarmente susceptible a la crisis y a la sobreproducción.
Debido a la naturaleza misma del proceso de circulación, cada capitalista individual tiene que escoger de continuo entre dos líneas de acción alternativas; debe devolver un capital a la circulación o conservarlo. Es un principio aceptado que si la tasa de ganancia desciende por debajo del nivel ordinario en cualquier industria particular, los capitalistas retirarán su capital de esa industria para colocarlo en otra. Sin embargo, si la tasa de ganancia desciende más allá del nivel ordinario en todas o casi todas las industrias al mismo tiempo, nada puede ganarse con pasar de una a otra.
La verdad es que lo único que se requiere para producir una crisis es un descenso en la tasa de ganancia más allá de su nivel ordinario, suficiente para inducir a los capitalistas a retener su capital en forma de dinero, esperando la vuelta de condiciones favorables.
Parece que la dificultad estriba en que el tipo de interés es demasiado alto pero, lo que realmente significa, es que antes que prestar su capital a los empresarios a tipos inferiores, los capitalistas prefieren conservarlo en forma de dinero. Lo más importante es la creencia capitalista de que probablemente los tipos inferiores de interés serían desusados y anormales y que, por lo tanto, desde un punto de vista puramente pecuniario sería más prudente posponer las actividades de préstamo hasta que la demanda hubiese llegado a los actuales o tal vez más altos tipos.
Sólo se ha intentado demostrar lo que la moderna teoría del ciclo económico pasa por alto, a saber, que aun faltando las disposiciones institucionales que den origen a un mercado de dinero y a un tipo de interés, la producción capitalista seguirá sujeta a las crisis provocadas por las fluctuaciones en la tasa de la ganancia. La implicación más importante es que no se puede esperar que las intromisiones en el sistema monetario, en cualquier grado que fueren, pongan término a las crisis capitalistas.
4. Los dos tipos de crisis
En este punto, y visto todo lo anterior, parece apropiada la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia. Mostramos en líneas pasadas que el proceso de la acumulación del capital lleva consigo una tendencia de la tasa de la ganancia a descender. Si esta tendencia no se elimina parece claro que el resultado pueden ser las crisis.
Es importante darse cuenta de que la tendencia descendente de la tasa de ganancia fue deducida sobre la base de la suposición de que las condiciones de la ley del valor se satisfacen plenamente; en otras palabras, del principio al fin del análisis se supuso que todas las mercancías se vendían en sus valores de equilibrio.
Llegados hasta aquí, es fundamental distinguir entre las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y las crisis de realización. El capitalista práctico, probablemente, no verá ninguna diferencia: para él la dificultad estriba en la lucratividad insuficiente, sea cual fuere su causa. Pero desde el punto de vista del análisis causal, los dos tipos de crisis plantean problemas diversos. En un caso tenemos que ver con movimientos en la tasa de plusvalía y en la composición del capital, quedando intacto el sistema del valor; en el otro, tenemos que ver con las fuerzas todavía no especificadas que tienden a crear un déficit general en la demanda efectiva de mercancías, no, sin duda, en el sentido de que la demanda sea insuficiente para comprar todas las mercancías ofrecidas, sino de que es insuficiente para comprarlas todas con una tasa de ganancia satisfactoria. El punto de partida de la crisis es, en ambos casos, un descenso de la tasa de la ganancia.

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